Estoy en Chile. Después de pasar por Rancagua, ciudad a unos 100 kilómetros de Santiago, para conocer a la familia de mi amigo, parto para Concepción, a una hora de avión de Santiago, tenemos una hora de retraso en la salida por niebla, luego nos dirán que no habían visto la niebla en Concepción, en todas partes cuecen habas; llegamos a Concepción sobrevolando la bahía de Talcahuano donde está el puerto y, un poco más al sur, la desembocadura del río Bio Bio, probablemente el más importante de Chile.
En Concepción empieza el sur de Chile, a partir de la orilla izquierda del río Bio Bio, la ciudad se encuentra básicamente en la orilla derecha, es la región de la Araucanía territorio que nunca fue conquistado por los españoles a las tribus originarias de la zona; sólo, en el siglo XIX, cuando Chile era ya independiente, fue cuando se conquistó el territorio entre el sur de Concepción y el norte de Valdivia, ciudad entre varios ríos, al lado, en la orilla del mar se encuentran varios fuertes antiguos Corral y Lanco, donde llegaban los barcos españoles para no pasar por la Araucanía.
A los habitantes de Concepción se les denomina “penquistas” porque la ubicación originaria se encontraba en una pequeña villa que se llama Penco; pero que en el siglo XVII sufrió dos tsunamis lo que obligó a su traslado hacia el interior a orillas del río, abandonando la orilla del mar, no hay que olvidar que Chile es, posiblemente, el país con más movimientos sísmicos del mundo, incluso el mayor terremoto/tsunami que se conoce fue el de Valdivia con 9,5 en la escala Richter. Concepción es una ciudad de las más grandes de Chile, bastante agradable con construcciones básicamente unifamiliares, aunque también existen edificios habitacionales de varias alturas, en una de las zonas de clase media/alta se encuentra un lago natural.
Participé en un seminario sobre empresa familiar para empresarios de la zona y estudiantes de la Universidad, con una muy buena asistencia.
La gastronomía de la zona es muy interesante ya que combina, dada la cercanía al mar, pescados muy frescos con carnes excelentes, regadas con buenos vinos chilenos, blancos o tintos, ya sea en restaurantes elegantes o en chiringuitos a la orilla del mar.
Al día siguiente, después de desayunar, emprendimos viaje hacia Puerto Montt, bastante más al sur en la región de Los Lagos a unos seiscientos veinticinco kilómetros de Concepción. Viajamos en autobús, ya que para ir en avión había que volver a Santiago y luego tomar otro pasaje para Puerto Montt, lo que suponía casi el mismo tiempo y un coste muy superior. El viaje fue largo, ocho horas, prácticamente sin parar, pues en la parada de Temuco, ciudad capital de la Araucanía y una de las más contaminadas con Santiago, no nos dio tiempo ni para tomar un café; eso sí, los asientos del bus eran butacones reclinables, mucho más cómodos que los de los aviones de Iberia.
El paisaje en el recorrido no da para mucho, ya que la autovía va por el centro como es lógico, dejando a la izquierda toda la cordillera de los Andes y, por la derecha, el océano Pacífico, sin visión de ninguno de ellos, aunque ambos extremos están bastante cercanos de la carretera, hacia el sur Chile se va estrechando. Por ello, el paisaje fue de campos, árboles y pequeñas comunidades al borde la autovía, eso sí, cuanto más al sur mucho más verde, mezclado con un amarillo brillante en algunos campos de plantaciones que no conseguí saber de qué se trataban, no olvidemos que estoy en el hemisferio sur y el sur es como el norte en nuestro hemisferio.
Llegamos a Puerto Montt a final de la tarde, pero eso es ya otra etapa, paso de invitado a familia.
Fuente Foto – Gregorio Fernández Martínez
