¿Por qué no rompemos una relación cuando va mal? Si estás leyendo este artículo puede ser por tres razones: te sientes identificada, conoces a alguien en esa situación o quieres saber la respuesta a algo que jamás te habías planteado. Y es que, poner punto y final a veces cuesta mucho.
Podemos sentirnos incapaces de tomar esa decisión que, al mismo tiempo, todos sabemos que es muy complicada, sobre todo cuando es duradera en el tiempo y has querido mucho a una persona. Sin embargo, y aunque debería ser siempre lo primero, en lo último en lo que pensamos es en nosotros mismos, mientras estamos pendientes de no hacer daño al resto.
Pero no sólo eso, intentamos hacernos los locos, como que no pasa nada, disimular, decir que es una crisis de pareja puntual o incluso acostumbrarnos a convivir con esos problemas que en un principio no existían. En cualquier caso, negar la evidencia.
Uno de nuestros mayores miedos a la hora de terminar una relación de pareja es el arriesgarse, a no saber cómo será nuestra vida a partir de ahora, a no saber si echaremos mucho de menos a la otra persona… en definitiva, temores.
Esto lo verifica Daniel Kahneman, psicólogo y Premio Nobel, el cual habla del concepto de ‘aversión a la pérdida’, o lo que es lo mismo, la ganancia de dejar una relación debe ser alta para poder llevarla a cabo. Si una persona sabe que va a ganar más de lo que va a perder, lo superará antes y mejor.
Pero otra de las claves que está muy relacionadas con la psicología a la hora de dejar una relación que no funciona, es el insistente pensamiento de que hemos invertido mucho en ella. Hablamos del concepto de ‘coste irrecuperable’. Un estudio sobre el tema, reveló que el 35% de las personas encuestadas reconocía que había invertido mucho esfuerzo o dinero (comprar una casa, por ejemplo) para que la pareja funcionara, y decidieron continuar con la relación.
Y por último, falta el componente social que nosotros solos añadimos. El dichoso “qué dirán” o “qué pensarán” mis padres, amigos o conocidos, sobre todo si antes nos han advertido que algo no marchaba bien.
Sin embargo, debemos mantener la mente fría en estas ocasiones y pensar por qué ya no nos sentimos como antes, qué ha cambiado y, sobre todo, ser sinceros con nosotros mismos y no seguir viviendo una mentira. La dependencia emocional no es buena y si continuamos con la relación conseguiremos ser infelices o hacernos daño.
Ahora que sabes por qué no rompemos una relación cuando va mal, ¿qué piensas tú al respecto? ¿Te ha pasado algo parecido? ¿Cómo saliste del entramado?
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