Moscú es la capital política, cultural, y económica del gigante ruso. Mucho se ha hablado de este país en los últimos tiempos, y el contenido cambiaba mucho dependiendo de la fuente. Una cosa es segura, cuando llegas a Rusia tienes claro que no tiene nada que ver con Europa, pero tampoco con el resto de Asia. Rusia es Rusia.
Sin embargo, en el caso de Moscú percibes un ambiente cosmopolita bastante diverso del que puede apreciarse en San Petersburgo, “la otra capital”. Caminando por MOCKBA (como se escribe en alfabeto cirílico) pueden verse multitud de artistas callejeros, desde pintores de variado talento, hasta músicos de todo tipo de instrumentos, con cierto aroma etílico y sombrero a pié de micrófono, pasando por vendedores ambulantes de cachorros de perro/gato.
Muchos son los estereotipos acerca de la simpatía de los rusos. Puedo decir que en Moscú encontré tanto gente que no hacía el mínimo esfuerzo por ayudarte, como gente completamente encantadora. En esto una vez más, generalizar no es del todo justo. Una cosa me quedó clara: Todos esto años de guerra/postguerra fría, unido a la creciente tendencia europea a introducir en su órbita a los países ex-URSS, además de las aún tirantes relaciones entre Rusia-EEUU, hacen que el ruso medio no siempre encaje de buen grado un acercamiento en inglés.
Esto no supone obstáculo alguno para disfrutar de su inmenso patrimonio cultural: los 7 rascacielos de Stalin, a destacar la Universidad de Moscú y el Ministerio de Asuntos Exteriores, ejemplo de la arquitectura soviética de los últimos años de Stalin, con un estilo barroco ruso y gótico; el espectacular Kremlin de Moscú en cuyo interior se encuentran tanto edificios civiles como religiosos y el cual se ha convertido en sinónimo del gobierno ruso; la maravillosa plaza roja con el museo estatal y la Catedral de San Basilio; la Catedral del Cristo Salvador de Moscú; sin olvidarnos del moderno Centro Internacional de Negocios, zona que se ha convertido en emblema de la Moscú moderna y de negocios.
Moscú ofrece una maravillosa experiencia de contraste entre caos y orden, entre decadencia y modernidad, entre caro y barato. En este sentido merece una mención aparte el metro de Moscú, también llamado “palacio subterráneo” (con eso ya nos lo dicen todo). Ves que también aquí hay una lógica completamente diversa y es que el metro no es simplemente una madeja de líneas subterráneas para transportarte velozmente y evitar la congestionada superficie; mucho más que eso, es un constante museo con diversa temática según la parada, pero de una belleza única en el mundo. Estatuas, mosaicos, pinturas, mármol, una auténtica obra de arte bajo tierra.
Sin ninguna duda Moscú es una de esas grandes capitales que uno debe visitar al menos una vez en la vida; y como me recomendaba un buen amigo mío: “si vas a principios de otoño, mejor”.
Fuente Foto – Carlos Martínez