La foria ocular es aquella situación en la que se produce una falta de alineación de los ejes visuales y que suele aparecer al realizar ciertas maniobras. La foria está compensada gracias a las reservas fusionales, encargadas de mantener los ojos rectos y sin desviaciones. Sin embargo, circunstancias como el cansancio, el estrés o una enfermedad pueden provocar que la foria se descompense, llegando a producir visión doble, borrosa o cefaleas.
Por lo general, la foria ocular pequeña apenas presenta síntomas. El problema aparece cuando se halla desarrollada y es mayor de lo que el individuo tolera, lo que obliga a la persona a tener que hacer un gran esfuerzo para mantener los ojos alineados. Un trastorno que originará cefaleas, problemas de atención y problemas astenópicos.
En este último caso, tal y como nos cuentan desde la Clínica Oftalmológica Novovisión, serán necesarios ejercicios de terapia visual o el uso de prismas. Estos son lentes que desvían la imagen a una posición que resulte cómoda para los ojos con el objetivo de evitar el sobreesfuerzo de los mismos.
Tipos de foria ocular
La foria ocular se manifiesta cuando la persona no mira con los dos ojos a un objeto (solo uno de los ojos está mirando y el otro está en reposo), distinguiéndose hasta 4 tipos de este trastorno:
- Endoforia: uno de los ojos tiende a desviarse hacia el interior
- Exoforia: uno de los ojos tiende a desviarse hacia fuera
- Hiperforia: uno de los ojos tiende a desviarse hacia arriba
- Hipoforia: uno de los ojos tiende a desviarse hacia abajo
Para determinar la existencia, tipo y grado de foria ocular se pueden emplear diferentes técnicas, aunque la prueba por excelencia es la denominada Cover Test. Se trata de un método objetivo basado en el movimiento reflejo del ojo cuando este se fija en un punto.
Para poder abordar el tratamiento más adecuado, es necesario distinguir en el paciente entre foria y tropia (estrabismo). La principal diferencia radica en que en los casos de estrabismo la desviación de los ejes visuales es manifiesta, presentándose en mayor o menor grado según cada caso concreto.
En definitiva, para llevar a cabo cualquier tipo de tratamiento frente a la foria ocular será indispensable que el paciente acuda a la consulta de un especialista. Será precisamente este quien realice el diagnóstico para poder así marcar las pautas de tratamiento más adecuadas según cada caso.